Caminar por la arena, mirar el paisaje, escuchar el vaivén de las olas, desconectarse por un rato de la realidad, y todo eso disfrutarlo al lado de tu familia, te da esa sensación de no necesitar nada más en la vida.
Recuerdo cuando de niña escuchaba historias de personas que se curaban en el mar. Podría ser por el agua salada, la arena o la brisa cálida. Lo cierto es que el solo hecho de mirar el paisaje te saca muchos males que vas acumulando en las actividades cotidianas.
Sí. Sentir el mar te recarga de energía. Sus colores tan intensos, su inmensidad, la brisa marina, el sonido arrullador de las olas, las ropas ligeras, el sol que te a-dora... Y si de salud se trata, las olas te dan rico masaje, la arena exfolia tu piel y ejercitas tu cuerpo sin que te lo propongas, de una forma más relajada.
Nunca lo vi de esa manera. Las vacaciones en la playa siempre me habían resultado cansadas. Pero esta vez, sin haberlo planeado, y aún después de dos semanas de visitar el bello Mazatlán, Sinaloa, siento que los efectos me durarán hasta fin de año, por lo menos.
Qué ganas de volver muy pronto, porque eso de broncearse en una ciudad contaminada no está chido.
Qué lindas fotos! Y qué linda familia! Mi abrazo.
ResponderBorrarUfff...tiempo a pasado en que no te he visitado, pero no por ello me he olvidado...Saludos desde Chile
ResponderBorrarGracias. Yo tampoco te olvido, Vero. No te pierdas tanto.
BorrarGracias. Yo tampoco te olvido, Vero. No te pierdas tanto.
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